En una reunión constitutiva del Frente Cívico de Marchena, un compañero hizo mención, en el contexto de la denuncia de la privatización de los servicios públicos, al caso del colegio infantil Platero, del pueblo madrileño de
Meco, que, a pesar de las fuertes protestas de los padres, pasó el
curso pasado a manos de Eulen, una
empresa especializada en
servicios de limpieza y seguridad. Esta compañía había ganado un
concurso
público de la Consejería de Educación presentando una oferta claramente
inferior en baremos educativos pero mucho más barata en lo económico,
quedando así clara la mercantilización de nuestro sistema educativo
(Fuente: El País).
La polémica llegó hasta la Cámara regional madrileña. En ella, la
consejera de Educación, Lucía Figar, denunciaba al parlamentario socialista: "¿Qué me
está pidiendo, que prevarique, que manipule la adjudicación de un
contrato?"; a la vez que lo justificaba señalando que la empresa Eulen era la que
mejores condiciones presentó entre la oferta económica y la educativa, y
pidió al PSOE que pregunten a sus compañeros del exgobierno del
"Tripartido en Cataluña o en Castilla-La Mancha donde Eulen también
gestiona escuelas infantiles" (Fuente: Diario de Alcalá.es).
Como ya he escrito en el blog de la asamblea de mi Centro, este alarmante proceso de mercantilización y privatización de servicios
sociales, incluida la educación, no es algo que se haya inventado la
presidenta de la Comunidad de Madrid, es, por el contrario, un proceso
que ya se lleva desarrollando en otros países europeos, y cuya lógica
neoliberal es también aplicada por los gobiernos socialdemócratas,
contagiados de esta "neolengua" capitalista empresarial (perdón, "de
emprendedores").
Esta fiebre "privatizadora" tiene su apoyo incluso -como ha señalado en un artículo E. J. Díez Guitiérrez- en el mismo Tratado de la Constitución Europea, en el que los servicios públicos, como la educación pasaron a denominarse Servicios Económicos de Interés General,
por lo que, al no ser definido explícitamente como un derecho, la
responsabilidad de la educación termina diluyéndose entre otros agentes
sociales ajenos al Estado. Pero esto será objeto de la próxima entrada
en este blog. Hasta entonces.
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