"El docente hiperconectado". Fuente: http://cgtaeducacion.org/el-docente-hiperconectado/ (28/04/2020).
El docente hiperconectado es ya una realidad, fruto de la última
experiencia docente de confinamiento. Es un secreto a voces que la
introducción de las nuevas tecnologías pedagógicas en el ámbito de la
profesión docente no ocultaba su origen empresarial. Conceptos como
estándares de aprendizaje, calidad, emprendimiento, o técnicas como el coaching
y tecnologías del yo, como la educación emocional se muestran como
prácticas pedagógicas y discursivas asociadas al nacimiento de un nuevo
tipo de subjetividad laboral docente: el profesor hiperconectado. Ya es
una realidad.
El filósofo surcoreano Byung-Chul Han viene a mostrar con sus
escritos que el trabajador – por extensión el docente- se ha convertido
en un explotador de sí mismo. En un sujeto laboral que ha interiorizado
un afán desmesurado de competencia y vive esta experiencia libremente
como realización personal.
La optimización personal es una forma de autoexplotación total, o lo
que es lo mismo: de alienación elegida y autocomplaciente que explica en
parte la despolitización. De esta manera, el coaching, la
motivación, la competitividad, la educación emocional son técnicas de
fabricación de sujetos con capacidad ilimitada de productividad. La
configuración ideal para el triunfo neoliberal. Pero queda por mostrar
su lado más sombrío: uno de los síntomas más recientes es el desgaste
psicológico y profesional que viene acompañado de un crecimiento
exponencial de casos con síndrome de burnout o depresión. Si la
premisa es la de un sujeto docente autoexplotador sometido a la lógica
insaciable del capital informativo, es inevitable el agotamiento por
pura positividad. “Me optimizo hasta morir”.
Y todo ello sin contar con las secuelas que el teletrabajo del
profesor hiperconectado pueda acarrear a su salud por vicios posturales o
problemas de visión.
En estas circunstancias es esencial normativizar el derecho a la desconexión digital (Artículo 88 de la Ley Orgánica 3/2018).
En la lógica del docente hiperconectado y emprendedor ya no cabe
distinguir entre tiempo de ocio y tiempo de trabajo. Por ello, CGT exige
una revisión crítica de la jornada laboral del profesorado en función
del tiempo y del esfuerzo que demandan las nuevas tecnologías y los
programas de formación derivados de las mismas.
En CGT hemos puesto en marcha una encuesta
sobre enfermedades profesionales derivadas de los riesgos
psicosociales. Da la impresión, por los mensajes, quejas y consultas que
recibimos, de que estamos fallando en una cuestión crucial: el cuidado
de nuestra salud física y mental. En efecto, esta situación está
sobrepasando a buena parte del profesorado, y por eso desde CGT queremos
denunciar las dolencias psicofísicas que estamos sufriendo:
- Demasiadas horas frente a la pantalla del ordenador pueden pasarnos factura: dolores de cuello, espalda, piernas, vista cansada. Evita, en la medida de lo posible, esta sobrecarga. Pon límites, ponte límites.
- Si tienes personas a tu cargo puedes pedirte un permiso por cuidado de familiares.
- Si padeces una enfermedad que te impide trabajar puedes darte de baja.
- Si estás de permiso o de baja y tu equipo directivo te presiona para que te des de alta o trabajes, niégate y denúncialo.
- Trabajar desde casa hace que los límites entre el tiempo de trabajo y el tiempo libre se difuminen. Al recibir correos del alumnado, familias o directivas a cualquier hora del día (y contestarlos), corremos el riesgo de encontrarnos con una jornada laboral de 24 horas. Tenemos derecho a la conciliación y al descanso: además de atender a decenas o centenas de estudiantes tenemos vida propia. Por eso te recomendamos que no abras ni contestes correos o mensajes fuera de tu horario y que te planifiques la jornada para no trabajar más horas de las que te corresponden. Igualmente, pedimos a las directivas que no manden mensajes al claustro durante los fines de semana ni fuera de horario laboral. Hace dos semanas enviamos un escrito a las Delegaciones Territoriales con este malestar y exigiendo el derecho a la desconexión.
Gloria Fuertes era poeta de guardia: aquí somos docentes de guardia las 24 horas.
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