Cuando todavía estaba en el colegio, un profesor nos habló de dos escritores, ambos de la cercana ciudad de Orihuela, y ambos olvidados durante la oscura y necia dictadura. El primero era Gabriel Miró, al que este profesor nos animaba a leer y anotar su rico vocabulario; el segundo era Miguel Hernández, un joven poeta muerto en las cárceles del franquismo.
Recuerdo que, ya en el Instituto, tras la muerte del dictador, otro profesor, Domingo Navarro, nos acompañó a visitar la casa donde vivió Miguel Hernández. En la casa del poeta vimos la higuera y el huerto que describe en sus poemas. Paseamos por la ciudad, donde tímidamente se empezaba a recuperar su memoria. Una ciudad llena de iglesias, que parecía querer ocultar al pequeño río Segura, que llegaba a la ciudad turbio y maloliente; y donde destacaba la mole del colegio jesuita en el que estudió el poeta oriolano.
En clase, y en casa, leíamos y releíamos sobre todo la Elegía a Ramón Sijé, el emocionado lamento a la muerte de un amigo. De Orihuela fueron también dos buenos amigos de la universidad (Jorge e Isaías) y con ellos volví alguna vez más a su pueblo. He elegido un verso que pudiera ser una buena guía de vida: “Esperar, no cansarse de esperar la alegría”. Porque la alegría, la pura alegría, es quizás la meta última de toda ética, de toda “buena vida”. También destacaría la forma, liviana e intensa a la vez -como la vida- con la que en el siguiente verso señala cómo debería ser nuestra despedida: “Con sonrisa te fuiste de la tierra y del cielo”.
En la Semana Santa de 1947, en el periodo más duro de la dictadura franquista, apareció una pintada en el edificio de Filosofía y Letras:
“Viva la universidad: Machado, Lorca, (Miguel) Hernández. FUE”
F.U.E. era el sindicato estudiantil de la etapa republicana. Por esta pintada fueron detenidos dos estudiantes de Derecho, Manuel Lamana y Nicolás Sánchez-Albornoz. Juzgados en consejo de guerra como miembros del PCE, fueron condenados a 4 años de prisión. Se fugaron en agosto de 1948 gracias a dos amigas estadounidenses, Barbara Probst Salomon y Barbara Mailer (Vid. Elena Hernández Sandioca, Miguel Ángel Ruiz Carnicer y Marc Baldó Lacomba, Estudiantes contra Franco (1939-1975). Oposición política y movilización juvenil. La esfera de los libros, Madrid, 2007, p. 507).
Miguel Hernández murió en las cárceles franquistas, y tanto su obra como la de Gabriel Miró, una por motivos políticos (militancia comunista y milicia de la cultura en el frente republicano) y la otra por cuestiones religiosas (anticlericalismo de alguna de sus obras), tuvieron serios problemas con la depuración y censura de la dictadura franquista.
Para saber más: https://www.rtve.es/alacarta/videos/viento-del-pueblo/viento-del-pueblo-miguel-hernandez-parte-1/3961394/
https://www.rtve.es/alacarta/videos/viento-del-pueblo/viento-del-pueblo-miguel-hernandez-parte-2/3961405/
https://www.youtube.com/watch?v=1D8_ay1SW4Q
Sobre Gabriel Miró puedes ver y escuchar este pequeño documental:
Puedes leer también algo de su obra El obispo leproso pinchando aquí.
Quisiera terminar, por último, con el recuerdo de Eduardo Sansano, mi
amigo, fallecido hace años, pero siempre presente, y con el que compartí alguno de estos
viajes geográficos y literarios. Te echamos mucho de menos. Un fuerte abrazo, donde estés.
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