viernes, 18 de enero de 2019

Educando para ser "felices". Meditación y mindfulness en la escuela.

La socióloga española Helena Béjar ha reflexionado en varios libros y artículos sobre el ascenso de la vida privada y el individualismo en nuestra modernidad tardía. Recientemente ha escrito en El País un artículo, ¿Sólos o felices? (17 enero 2019) donde analiza la actual "cultura de la felicidad", una meta que se presenta como una cuestión de método, de técnica. Una de estas técnicas, la meditación, "se está extendiendo en los colegios como parte de una educación para ser feliz", según la autora). Podéis leer el artículo entero pinchando en el título. Aquí os dejo unos fragmentos:

 "La modernidad tardía está creando dos fenómenos interrelacionados que apuntan en direcciones opuestas: el aumento de la soledad y del suicidio y el imperativo cultural de la felicidad. (...)Su presupuesto es que el carácter es moldeable y ofrece el cambio del yo para conseguir la felicidad. Es un proyecto privado, propio de una cultura individualista que ha dejado atrás los colectivos, el llamado programa de emancipación. La oferta del cambio interno no es poco en una sociedad secular y desencantada. La literatura de consejos quiere construir un yo fuerte y autosuficiente e instaura un código frío con la autosuficiencia y el distanciamiento como valores centrales. La felicidad es cuestión de técnicas. (...)Y si la dicha es cuestión de método, alcanzarla depende de uno. Solo el individuo es responsable tanto de hacerse como de deshacerse a sí mismo. Vuelve el budismo light de los sesenta, ahora llamado mindfulness, que ayuda a ser feliz. A aprender a suspender el deseo, la tristeza, el yo mismo. En la respiración está la clave de su vida. Líderes morales como David Lynch o Martin Scorsese practican la meditación, que se está extendiendo en los colegios como parte de una educación para ser feliz. 
La cultura actual de la felicidad condena las emociones y actitudes “negativas” —tristeza, duda, queja— mientras que la soledad se estigmatiza. Si uno carece de lazos sociales será por su culpa, por su estilo negativo. Por carecer de flexibilidad, valor ya incontestable, y no poder adaptarse al mercado, al trabajo, a los otros. La soledad se ha convertido en la nueva cara del fracaso y ha de ocultarse, porque la depresión que puede conllevar es contagiosa y “tóxica”, según el credo positivo.
(...)El imperativo de la felicidad hace responsables de la desdicha. El ascenso de la ideología positiva deja más solos a los que fracasan en el cambio del yo. Y con la suspensión de las causas sociales de la soledad —y del suicidio— avanza el progreso de la conciencia psicológica, el declive de las instituciones y la colonización de la moral por parte de la cultura psicoterapéutica".

jueves, 10 de enero de 2019

Neoliberalismo educativo y emocional.

  "El coaching, al pensamiento positivo, la programación neurolingüística (PNL), el análisis transaccional y múltiples procedimientos vinculados a una escuela o un gurú, son las medicinas y técnicas neuroemocionales que ayudan al emprendedor, al ‘doer’, a conseguir un mejor dominio de sí mismo, de las propias emociones, del estrés, de las relaciones con clientes o colaboradores, jefes o subordinados. El objetivo, por tanto, de este neoliberalismo emocional, que algunos expertos denominan “neuroliberalismo”, es el refuerzo del yo, su mejor adaptación a la realidad competitiva. Saberes psicológicos, con un léxico especial, autores y autoras de referencia, métodos particulares, modos de argumentación de aspecto empírico y racional y un ingente negocio pseudoeducativo que se introduce en todos los campos de la educación.

    La fuente de la eficacia está en el interior de uno mismo, asegura el “pensamiento positivo”. Los problemas, las dificultades, se convierten de este modo en una auto-exigencia, pero también en una auto-culpabilización, ya que somos los únicos responsables de lo que nos sucede. De hecho, las “crisis” se convierten en auténticas oportunidades de demostrar la valía personal y la capacidad de recuperación, como en los reality shows tipo “El jefe infiltrado” o “Pesadilla en la cocina”, o en los spots publicitarios. Nos envuelve y nos enseña a vivir la servidumbre como si fuera una actividad liberadora. La misión de la vida se convierte en tener “éxito” y demostrar constantemente que se ha triunfado; nada puede impedir conseguir los sueños; no hay excusas".

Enrique Javier Díez Gutiérrez, Pedagogía del egoísmo y neoliberalismo emocional.