sábado, 30 de abril de 2022

La gallina, el enseñante y el discurso productivo del poder

"En una granja, cuando una gallina come puede pensar que es el sujeto de su comportamiento; el granjero pensará que el sujeto es él, que les da de comer a las gallinas. Si la gallina fuera a una escuela "tradicional" saldría reforzada en su creencia; si fuera a una escuela "liberal" tomaría conciencia de que el granjero le roba los huevos; si fuera a una escuela "marxista clásica" matizaría pensando que lo que el granjero le roba es la diferencia entre el valor de la comida y el precio de los huevos. Y todo esto es parcialmente cierto. Pero lo grave es que la gallina no es sujeto, que sólo existe en el discurso productivo del granjero. Pero lo grave es que los enseñantes no somos ni siquiera granjeros -propietarios-, que sólo existimos en el discurso productivo del poder".

                                        Jesús Ibáñez, "El último topo" (1980).

El discurso neoliberal sobre la innovación en el trabajo.


 (...) "Lo que encontramos en muchos de los trabajos sobre innovación social -generalmente los más difundidos en la doxa mediática- es una visión de la innovación totalmente despolitizada, pragmática y economicista, desconcertantemente alejada de cualquier idea de conflicto social, divergencia de intereses o actores sociales con diferentes estrategias y prácticas. Se trata de un mero significante vacío (Laclau, 1996), en el que un término poderoso como es el de la innovación (y asimilado a palabras atractivas como conocimiento o creatividad) carece de un significado consensuado socialmente, con lo que es definido, de forma inestable, por parte de los discursos de los actores hegemónicos, que resaltan la necesidad de mantener el progreso económico; para ello se requiere una transformación de las políticas públicas, una reorganización del trabajo en las empresas y un cambio de mentalidad de los individuos. El fin último es la movilización, siempre con apelaciones morales, de los diferentes actores sociales para generar nuevos bienes y servicios, que deben ser cada vez más atractivos para poder competir en ciertos segmentos de los mercados mundiales, una vez que la deslocalización industrial ha limitado las posibilidades económicas de Occidente. Por tanto, nos encontramos con una llamada moral a un cambio que permita alinear nuestra política y prácticas sociales y económicas con las necesidades del nuevo capitalismo en red, de una manera similar a como operan los discursos manageriales relacionados con el cambio organizacional.

Es por lo tanto, a nuestro juicio, imprescindible afrontar las implicaciones y efectos perversos que los discursos más individualizados (hoy absolutamente hegemónicos) sobre la innovación social producen en las políticas efectivas de cambio social institucional, ya que en muchos casos los componentes  causales, complejos, indeterminados y verdaderamente sociales que se encuentran en la base de los procesos de innovación realmente existentes han sido reducidos a puras apelaciones a una mayor competitividad. Un primer paso en esta dirección debería ser, sin duda alguna, un estudio de la sociedad del conocimiento y sus discursos que incluyera  en mayor medida sus componentes estructurales e institucionales, y en el que la mirada a las condiciones sociales operantes sobre el proceso de innovación desempeñara un papel más importante. La sociedad del conocimiento solo puede encararse en su estudio y en su planificación como eso, como sociedad, no como el producto mítico de acciones personales heroicas".

        Luis E. Alonso y Carlos J. Fernández, Los discursos del presente,                                                                                                     Siglo XXI.

viernes, 1 de abril de 2022

Trabajo y felicidad


 El último Congreso sobre la Felicidad en el trabajo (Movimientofet) es un buen ejemplo del nuevo espíritu activista del neoliberalismo. La felicidad también fue el eje del reciente Foro Económico Mundial. Se trata de resituar las emociones dentro de la producción y fuera del impulso político, vaciando a las emociones de sus elementos críticos. Las emociones se tornan ejes productivos y no pulsiones críticas. Debes cambiar  tu reacción, no la realidad.  Como señala A. Santamaría, "esta tendencia nos recuerda a aquello que leemos en La ideología alemana, donde se nos habla de aquel que teniendo miedo de ahogarse imaginó que si se eliminase la idea de gravedad sería imposible ahogarse"(Santamaría, 2018: 60). 

Emociones como el miedo al riesgo o a la inseguridad se convierten en poco adaptativas en un mercado de trabajo precarizado, por lo que ese miedo debe convertirse en un reto, un desafío, en la posibilidad de diseñar tu propia empleabilidad (easyworkation.com)

La creatividad también se incluye en este proyecto de "trabajador/a satisfecho" (Rose, 1999). Ser creativo es "ser precarizado hasta límites asombrosos" (Santamaría, 2018: 129). La nueva idea de creatividad "mezcla la retórica de la autoayuda con referencias estrafalarias a descubrimientos neuronales".   

"Pensamos que queremos niños creativos, pero ¿qué queremos que creen? Si a través de la escuela se indujera a los niños a poner en duda los Diez Mandamientos, la santidad de la religión revelada, las bases del patriotismo, la causa del beneficio, el sistema de dos partidos, la monogamia, las leyes del incesto,,,, habría tanta creatividad que la sociedad no sabría hacia dónde volverse" (R. Laing, Políticas de la experiencia).

 

Referencias: 

A. Santamaría, En los límites de lo posible. Política, cultura y capitalismo afectivo (Akal, 2108),

Thomas Osborne (2003), Against creativity: a philistien rant, Economy and Society.

Arturo Laera Sánchez "La participación de los trabajadores en la calidad total: nuevos dispositivos disciplinarios de organización del trabajo"

Libro blanco de los empresarios españoles. La educación importa (2017).

Informe State of the Global Workplace (2013).

William Davies "La industria de la felicidad", Malpaso, 2016.