viernes, 12 de noviembre de 2021

Educar contra la barbarie.

 


 "La exigencia de que Auschwitz no se repita es la primera de todas en la educación... No acierto a entender que se le haya dedicado tan poca atención hasta hoy. Fundamentarla tendría algo de monstruoso ante la monstruosidad de lo sucedido. Pero el que se haya tomado tan escasa conciencia de esta exigencia, así como de los interrogantes que plantea, muestra que lo monstruoso no ha penetrado lo bastante en los hombres, síntoma de que la posibilidad de repetición persiste en lo que atañe al estado de conciencia e inconsciencia de estos. Cualquier debate sobre ideales de educación es vano e indiferente en comparación con éste: que Auschwitz no se repita. Fue la barbarie, contra la que se dirige toda educación". 

Así empezaba la conferencia que el filósofo Theodor W. Adorno dio por la radio de Hesse el 18 de abril de 1966 (en "Consignas", Amorrortu, 1973). Y nos advertía de que "si en el principio mismo de civilización está instalada la barbarie, entonces la lucha contra ésta tiene algo de desesperado":

"Millones de inocentes -establecer las cifras o regatear acerca de ellas es indigno del hombre- fueron sistemáticamente exterminados. Nadie tiene derecho a invalidar este hecho con la excusa de que fue un fenómeno superficial, una aberración en el curso de la historia, irrelevante frene a la tendencia general del progreso, de la ilustración, de la humanidad presuntamente en marcha. Que sucediera es por sí solo expresión de una tendencia social extraordinariamente poderosa".

    Adorno recuerda genocidios anteriores, como el armenio, desatados por el nacionalismo agresivo desplegado desde finales del siglo diecinueve. Por desgracia, en el siglo XX podríamos recordar otros genocidios como el camboyano o el ruandés; y el comienzo del siglo XXI parece mostrar un aumento de ese nacionalismo agresivo, conectado al auge de la ultraderecha, el crecimiento de la desigualdad y el rechazo a la inmigración. 

    Entre las medidas de la educación contra la barbarie, Adorno señala -entre otras- a las primeras experiencias en la escuela: "Habría que atacar todos aquellos modos de folk-ways, costumbres populares y ritos de iniciación que causan dolor físico a un individuo -a menudo, hasta lo insoportable- como precio para sentirse integrante, miembro del grupo". Y subraya la importancia de educar en la autonomía y el pensamiento crítico:

"Walter Benjamin me preguntó cierta vez durante la emigración, cuando yo viajaba todavía esporádicamente a Alemania, si aún había allí suficientes esclavos de verdugo que ejecutasen lo que los nazis les ordenaban. Los había. Pero la pregunta tenía una justificación profunda. Benjamin percibía que los hombres que ejecutan, a diferencia de los asesinos de escritorio y de los ideólogos, actúan en contradicción con sus propios intereses inmediatos; son asesinos de sí mismos en el momento mismo en que asesinan a los otros. Temo que las medidas que pudiesen adoptarse en el campo de la educación, por amplias que fuesen, no impedirían que volviesen a surgir los asesinos de escritorio. Pero que haya hombres que, subordinados como esclavos, ejecuten lo que les mandan, con lo que perpetúan su propia esclavitud y pierden su propia dignidad..., que haya otros Boger y Kaduk, es cosa que la educación y la ilustración pueden impedir en parte".

 Para saber más:

-A. Serrano de Haro (2004), "La filosofía ante el Holocausto", Anthropos, nº 203, pp. 95-109.

- Blog "Biblioteca de la deportación". 

- Reyes Mate (2003), "Auschwitz, acontecimiento fundante del pensar en Europa".

miércoles, 10 de noviembre de 2021

Capitalismo digital en la educación pública.

   


 Enrique Díez ha escrito recientemente en El diario de la educación (08/07/2021) un interesante artículo titulado "Corsarios neoliberales: capitalismo Edtech en la educación pública". Este artículo es un extracto de otro recientemente publicado en la Revista Foro de Educación al que se puede acceder libremente en este enlace: Gobernanza híbrida digital y Capitalismo EdTech: la crisis del COVID-19 como amenaza (2021). Os dejo algunos fragmentos en los que se hace referencia al reflejo de este capitalismo Edtech en la nueva reforma educativa, la Lomloe:

(...) "Lo hemos comprobado incluso en la nueva ley educativa, la Lomloe. El artículo 122 promulga que los centros públicos podrán “obtener recursos complementarios”. Este punto supone la posibilidad de captación de fondos privados “complementarios” para la educación pública, dando por supuesto la infrafinanciación pública de los centros educativos. Abre así la puerta a los patrocinios, el partenariado, los sponsors, la “colaboración público-privada”, para convertir la educación en un espacio de negocio de una nueva gestión híbrida público-privada bajo el control de una supuesta “innovadora” tecnología digital educativa controlada por la Big Tech.

De hecho, la Ley Celaá consigna lo que ya ocurre de facto, mediante acuerdos de colaboración, con La Caixa, la Fundación Bofill o, recientemente, Amazon. Es más, no contempla en ningún momento mecanismos para frenar a la Big Tech o GAFAM, los gigantes tecnológicos norteamericanos, como Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft que han invadido con sus plataformas todo el espacio público educativo. Se está dejando en manos de estas plataformas hegemónicas la información del alumnado, la extracción masiva de sus datos (el oro blanco del siglo XXI). Dejando morir las plataformas de código abierto y públicas construidas por el profesorado y las comunidades educativas como Guadalinex o la de Extremadura.

(...) Por eso, para “asaltar los cielos” habría que empezar por socializar la nube y desarrollar infraestructuras digitales públicas, es decir, poner en manos del común los nuevos medios de producción digital, que diría el viejo Marx, para avanzar hacia la “socialización de los datos” como bien público y hacia la democracia digital. Si Internet es esencial para muchas cosas en nuestras vidas, como lo es claramente, ¿no debería tratarse como un bien común de utilidad pública sin fines de lucro? Es decir, debemos avanzar hacia el postcapitalismo o socialismo digital que proponen Mason o Morozov. Y la educación tiene un papel crucial en ello.

miércoles, 3 de noviembre de 2021

Escuela y neoliberalismo. Wendy Brown: "El pueblo sin atributos".


   Wendy Brown (1955) es una filósofa y politóloga estadounidense que ha analizado las consecuencias del neoliberalismo en nuestra sociedad, los efectos de la extensión de la racionalidad del mercado sobre las instituciones democráticas. En la educación, por ejemplo, explica cómo la educación pública, provista por el común, se está convirtiendo en "educación financiada", regida por las reglas del mercado y el modelo de la empresa privada. Algunas de las estrategias del sector privado (gobernanza, buenas prácticas, liderazgo...) se aplican a instituciones públicas como la escuela en búsqueda, supuestamente, de una mayor eficiencia. Algunas de estas ideas están expuestas en uno de los últimos libros de Wendy Brown, "El pueblo sin atributos. La secreta revolución del neoliberalismo" (Malpaso, 2016). En el capítulo que dedica a la la educación, "La educación del capital humano", apoya la opinión de que "la educación superior de amplio acceso y costeable es una de las grandes pérdidas ocasionadas por el dominio neoliberal en el mundo euroatlántico". Pero añade que "esta pérdida amenaza a su vez a la democracia misma":
"Los ciudadanos no pueden gobernarse a sí mismos, incluso si eso sólo implica elegir razonadamente representantes o votar sobre referendos, sin entender los poderes y los problemas con los que se involucran. Proporcionar herramientas para este entendimiento ha sido una premisa esencial de la educación pública secundaria y superior en Occidente durante los dos últimos siglos y ha afianzado especialmente el cultivo de un plan de estudios humanista en las universidades de Estados Unidos. En los últimos años, esta premisa ha dado paso a una formulación de la educación como algo principalmente valioso para el desarrollo del capital humano, donde el capital humano es lo que el individuo, el mundo de los negocios y el Estado buscan mejorar con el fin de maximizar la competitividad". 

    El neoliberalismo no sólo privatiza "lo que antes se apoyaba y valoraba públicamente  sino que formula todo, en todos lados, en términos de inversión y apreciación de capital, incluyendo, especialmente, a los seres humanos". Y esto se refleja en cuatro aspectos:

1. "Es cada vez más difícil hablar de bienes públicos de cualquier tipo". Escuelas, parques, bibliotecas... ¿deberían ser costeadas sólo por aquellos que las "consumen"? Los ciudadanos "se presentan como inversionistas o consumidores y no como miembros de un cuerpo político democrático que comparten el poder y ciertos bienes, espacios y experiencias comunes".

2. "Las democracias se conciben como algo que requiere capital humano con habilidades técnicas y no participantes educados en la vida pública y el gobierno común".

3. El capital humano está "restringido a la autoinversión en formas que contribuyan a su apreciación o, al menos, que eviten su depreciación", no se preocupa por "la adquisición del conocimiento y la experiencia necesarios para la ciudadanía democrática inteligente".

4. El conocimiento se valora y desea casi exclusivamente por su contribución a la mejora de capital (humano, corporativo o financiero), "no para desarrollar las capacidades de los ciudadanos, conocer el mundo o imaginar y crear diferentes maneras de vida común".

    En la actualidad, denuncia Brown, el estado de la educación humanista (la historia, el arte, la literatura, el análisis social, la filosofía...) "se ve deteriorado por todos sus flancos: los valores culturales la desdeñan, el capital no está interesado en ella, las familias llenas de deudas y ansiosas por el futuro no la exigen, la racionalidad neoliberal no la indexa y, por supuesto, los Estados ya no invierten en ella". La racionalidad neoliberal "reconoce e interpela al sujeto sólo como capital humano, lo que vuelve incoherente la idea de un ciudadano comprometido y educado".

    "En una época de constelaciones y poderes globales inmensamente complejos, la democracia necesita un pueblo educado, razonado y con una sensibilidad democrática. Esto implica un pueblo que sepa modestamente de estas constelaciones y poderes, un pueblo con capacidades de discernimiento y juicio en relación con lo que lee, observa y oye en torno a una gama de desarrollos en este mundo, y un pueblo orientado hacia preocupaciones comunes y hacia el autogobierno. Dicho conocimiento, discernimiento y orientación son lo que la educación humanista universitaria prometió por tanto tiempo y lo que la racionalidad neoliberal desafía de modo severo dentro y fuera de las universidades".

 A continuación os dejo la presentación que ha realizado Claudio Álvarez Terán sobre este libro.