viernes, 17 de mayo de 2019

La inteligencia emocional: el capitalismo afectivo.

En el libro "En los límites de lo posible. Política, cultura y capitalismo afectivo" (Akal, 2108), Alberto Santamaría analiza el concepto de inteligencia emocional como "uno de esos conceptos que han triunfado dentro del horizonte neoliberal". Este  concepto comenzó a divulgarse a partir de la publicación en 1995 del libro de Daniel Goleman, "La inteligencia emocional". En este libro se incluía entre las habilidades emocionales: "el autocontrol, el entusiasmo y la capacidad para motivarse a sí mismo" (interesantes formas de encajar mejor en la disciplina laboral o educativa). 
La inteligencia emocional parece hablar de una mejor adaptación y flexibilidad, pero evita utilizar esa emoción desde una perspectiva crítica: "La indignación delata, por ejemplo, una baja inteligencia emocional". No se trata de cambiar el contexto (laboral, educativo) sino de variar mi reacción emocional ante el primero (es aquí donde indica que está el problema).

"La inteligencia emocional refleja especialmente bien el estilo emocional y la disposición de las nuevas clases medias que están ubicadas en puestos intermedios, es decir, que controlan y son controlados, cuyas profesiones exigen un cuidadoso manejo del yo, que dependen del trabajo en equipo y que deben usar su yo de manera creativa y productiva" Eva Illouz, Intimidades congeladas. Las emociones en el capitalismo (146).

Este capitalismo afectivo trata de crear nuevas subjetividades "encajables en las dinámicas emocionales del mercado laboral". Unas emociones vaciadas de sus elementos críticos, emocionalmente despolitizados: la creatividad, por ejemplo, aparece como capacidad adaptativa a una fuerte competitividad social y laboral, no como instancia transformadora. Se fomenta la automotivación y la adaptación. El conflicto se diluye cuando todo se reduce a un mero desacuerdo superficial de gustos y opiniones. La cultura como espacio de crítica y transformación se inhabilita cuando se aceptan todas las opiniones, en el convencimiento de que ninguna logrará nunca cambiar nada.
Otras emociones, como la seguridad o la estabilidad, se presentan como obstáculos para el "emprendimiento", como no atractivas.
Se trata de "restaurar las emociones dentro de la producción y fuera del impulso político", como muestra el programa de "Educación Responsable" promovido por la Fundación Botín.
Programa Educación Responsable. Fundación Botín.

 Se aplica el modelo de la empresa a cada esfera de la vida, también en la educación. Convertidos en "empresarios de nosotros mismos", la educación sería una "inversión" en nosotros, un proyecto empresarial que necesita constante innovación, "reinventarse" continuamente. Se genera "un espejismo de futuro mientras se sacrifica el presente y se vacía el pasado".
Aprender a gestionar tus emociones viene a significar gestionar nuestras reacciones respecto a los conflictos de nuestro entorno, no luchar por cambiarlo colectivamente.

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