lunes, 12 de septiembre de 2011

Los diarios

Los diarios del profesor/a han sido propuestos como guías de reflexión sobre la práctica docente, como instrumentos útiles para conocer, transmitir o analizar críticamente la experiencia profesional. Se han utilizado y debatido en algunos proyectos de innovación educativa y en programas de reforma experimental en nuestro país.
Mi primera impresión respecto a esta herramienta de investigación en el aula no fue muy positiva, me inquietaba la posible descontextualización de estos registros personales respecto de una tarea, la enseñanza, con fuertes conexiones políticas, económicas y culturales. Podría ser una pieza más en el creciente control tecnocrático del trabajo educativo, una forma de profundizar en su taylorización, en la búsqueda de mejores rendimientos en la organización de los contenidos, metodologías y contenidos de la labor docente. Ya hace muchos años, desde los Cursos de Adaptación Pedagógica, o desde la Inspección educativa, se nos animaba al profesorado a utilizar esta herramienta del diario de clase, pero veía muy dudosa su utilidad (y su sinceridad) si se elaboraba pensando en la posibilidad de ser leído o registrado por cualquier forma de autoridad educativa.
El diario sí podría tener interés si es utilizado (algunos fragmentos) para ser debatido entre iguales o entre personas interesadas por el tema educativo, su mejora y transformación. Este último propósito es el de este blog, el de ser más bien unas notas o diario de campo, en el sentido antropológico. Esto nos permite ampliar el horizonte de lo cuestionable en nuestra observación; no limitarlo a aquello que supone las quiebras o rupturas de la "normalidad" escolar (el absentismo, la violencia o el fracaso escolar), sino adoptar la posición de "extrañamiento" del antropólogo. Una posición que evita adoptar el criterio de asumir como "naturales" o "normales" determinados episodios o acontecimientos que ocurren en (o en torno) a la escuela, extendiendo nuestra observación a aspectos como la distribución de espacios y tiempos, los códigos de comunicación, las relaciones profesor-alumno, las notas, las labores administrativas, el material escolar... Para ello, es necesario diversificar los procedimientos (entrevistas, encuestas, estadísticas) y los contextos en los que se produce la observación, advirtiendo que cuanto más identificado se encuentra uno con el lugar y los agentes (entre los que pretende actuar como un observador participante), más uniforme y monótona es la realidad que registra. Se trata así de generar complejidad (y con ello conocimiento) en lo cotidiano. Esto, unido a la tensión de identidades de observador y participante en la misma persona, puede ser una tarea que sobrepase en ocasiones nuestras intenciones y esfuerzos.

Esperamos que los lectores de este blog nos ayuden con sus comentarios y críticas en esta travesía incierta. Asimismo nos declaramos disponibles para colaborar en el empeño de una escuela pública democrática, laica y coeducativa, un espacio de aprendizaje y reflexión que pueda dar lugar a otras formas posibles de concebir el mundo (y la escuela) y construirlo colectivamente.

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