sábado, 1 de octubre de 2011

Sin introducción, porqué o finalidad. La contextualización del aprendizaje.

En la valoración del comentario de un fragmento del libro Juan de Mairena, de Antonio Machado, un alumno de 2º de bachillerato, Moisés, criticaba, creo que con acierto, la dificultad de entender y valorar un fragmento descontextualizado de la obra a la que pertenece, el autor, su época y su problemática. Exponía lo siguiente:
"A mi modo de ver (...), este texto no está bien estructurado en su contenido. Empieza hablándote directamente sobre poetas y filósofos, sin ni siquiera una pequeña introducción al tema o por qué y con qué finalidad se expone lo escrito...".
El aprendizaje en nuestras escuelas, en general, está bastante descontextualizado. Siguiendo algunos consejos de Félix García Moriyón, en el libro Pienso, dialogo, aprendo, creo conveniente evitar lecturas de textos muy fragmentarios, buscando artículos o capítulos no muy extensos cuya dificultad de comprensión para el alumnado no nos limite sus posibilidades pedagógicas.
Cuando leemos y comentamos algunos textos de la historia de la filosofía muchas veces nos limitamos a una contextualización esquemática. El conectar la problemática del texto con su contexto histórico y cultural, relacionándolo con otras actividades intelectuales o artísticas de la época nos permite un enfoque interdisciplinar y el abordaje de temas transversales. Si tomamos conciencia de la genealogía de las ideas que configuran nuestra visión actual del mundo, su carácter histórico y su arraigo social, podemos evitar el atribuirles un carácter supratemporal y eterno, y abrir con ello la posibilidad de volver a pensarlas y descubrir nuestra capacidad de "pensar de otro modo".
Es necesario mantener el rigor en la lectura de los clásicos de la filosofía, para con ello poder descentrarnos de nuestra propia posición actual, romper con nuestros actuales hábitos mentales e intentar comprender las de otros seres humanos de otras épocas y otras culturas (con los que compartimos esa humanidad). Cuando leemos a un autor lo leemos en la actualidad con el poso que las sucesivas lecturas de su obra, en contextos y problemáticas distintas, han ido depositando.
Es conveniente acercar nuestras lecturas a nuestra problemática presente, a los intereses del alumnado. Estudiamos el pasado para entender el presente. Aún así, debemos evitar caer en  un "presentismo" que pretenda juzgar el pasado a partir de los planteamientos y cuestionamientos actuales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario