miércoles, 17 de octubre de 2012

¿Quién no hace política? ¿Cuál debe ser el papel del profesorado frente a los recortes?

 La editorial del último número de Cuadernos de Pedagogía, ¿Quién no hace política?, escrita por el pedagogo Jaume Carbonell, hace referencia al debate surgido entre el profesorado, y en la sociedad, respecto al papel e intervención de los docentes en las protestas contra los recortes sociales que venimos sufriendo. Os dejamos con el comienzo de la editorial. Pinchando en el título podéis leerlo entero.

Algunas autoridades han agitado, este principio de curso, las ya revueltas aguas de la escuela denunciando que en ella se hace política y que es indigno que haya docentes que se dediquen a comentar los recortes en sus clases, cuando lo que deberían hacer es arrimar el hombro, para combatir la crisis, y mostrar su solidaridad con los esfuerzos que hacen dichas autoridades para salir de ella.
Su discurso viene a decir que es inevitable apretarse el cinturón, y que también el profesorado, al igual que otros colectivos profesionales, es responsable de la crisis al haber vivido por encima de sus posibilidades.
No nos engañemos: todo el mundo hace política –por activa o por pasiva– al promover, priorizar, compartir o simplemente aceptar visiones sobre el mundo, valores y comportamientos, concepciones pedagógicas y metodológicas e intereses individuales o colectivos de diverso calado y legitimidad ética. Sí, que la escuela no es neutra es una de las primeras cosas que se enseña al alumnado de Sociología de la Educación, en los estudios de Magisterio.
Hay que celebrar que el profesorado esté comprometido –y más debería estarlo– con la política, en su versión más noble y poderosa, que se ocupa de los asuntos públicos de la ciudadanía, de las cuestiones que atañen al progreso cultural y moral de la humanidad y de la defensa de los Derechos Humanos y de la Infancia. Y, sin duda, el derecho a la educación es uno de los más sustantivos: que toda la población, sin exclusiones de ningún tipo, tenga acceso y disfrute de una educación de calidad. Y esto, hoy y aquí, significa, sobre todo, contribuir a la dignificación de la escuela pública, protegiendo los logros alcanzados durante las últimas décadas y preparándola para asumir los nuevos retos de presente-futuro, que no son pocos.

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