miércoles, 7 de octubre de 2015

Descualificación del trabajo docente

El reconocido sociólogo de la educación Rafael Feito ya denunciaba hace unos años, en su libro, Nacidos para perder: un análisis sociológico del rechazo y abandono escolares (Madrid, CIDE, 1990), la generalización de las técnicas de racionalización y organización científica del sistema educativo (algo que resulta muy actual con las crecientes exigencias de concreción de programaciones y currículos o la uniformización de criterios de evaluación):
"Se insiste en la programación rigurosamente secuenciada de la enseñanza siguiendo el modelo de la línea de producción en cadena (buscando estándares de calidad), para lo cual  es preciso operacionalizar cada uno de los objetivos a alcanzar y precisar los términos de evaluación y medición del producto.
La superprogramación favorece el aislamiento del profesor y refuerza la tendencia ideológica del individualismo. La planificación de la enseñanza en equipo se limita a discutir la elección de textos y materiales o la periodización de las actividades escolares" (pp. 77-78)
Como señala también Rafael Feito, respecto a la descualificación del trabajo docente, "es preocupante la tendencia a restar la mayor cantidad posible de autonomía al trabajo del profesor". La pretensión de planificar y controlar el aprendizaje es algo bastante polémico en educación, una práctica o un saber que, al menos de momento, no presenta un acuerdo o un modelo único. Pero, eso sí, priorizar estas cuestiones sirve para postergar, e invisibilizar, cuestiones como  el debate curricular o la puesta en común de una pluralidad metodológica (cada vez más reducida por el modelo de estándares). 

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