sábado, 2 de enero de 2021

Cine y literatura: Léolo (1992)


 En el film canadiense "Léolo" (1992), de Jean Claude Lauzon, el personaje es un niño que recurre a la lectura del único libro que hay en su casa, y a emborronar continuamente páginas, para escapar de la locura de su familia. En una escena del comienzo, mientras Léolo lee por la noche con la luz de la puerta abierta del frigorífico, su voz en off hace estas reflexiones sobre la lectura: 

"No intento recordar las cosas que ocurren en los libros. Lo único que le pido a un libro es que me inspire energía y valor. Que me diga que hay más vida de la que puedo abarcar. Que me recuerde la urgencia de actuar... Era el único libro que había en la casa. Nunca supe cómo había ido a parar allí. Era gordo. Las palabras se amontonaban y exigían gran concentración para desvelar sus secretos. En casa nunca vi a nadie leer o escribir. La tele y los carteles publicitarios invadían mi mente. Al principio sólo leía las frases subrayadas sin entender demasiado. Recuerdo haber querido dejarlo porque no tenía ilustraciones... Porque sueño, yo no lo estoy (loco)". 

Esta escena puedes verla al final del siguiente fragmento de la película: 

 La escritora inglesa Virgina Woolf (1882-1941) también escribió esta bonita historia sobre la lectura:  

He soñado a veces que cuando amanezca el día del juicio final, y los grandes conquistadores y abogados y juristas y gobernantes se acerquen para recibir su recompensa, el todopoderoso, al vernos llegar con nuestros libros bajo el brazo, se volverá hacia Pedro y dirá, no sin cierta envidia: "Míralos; esos no necesitan recompensa. No tenemos nada que darles. Les gustaba leer".

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