"Recientemente una nueva psicología de las emociones mucho más elemental que el psicoanálisis, convertida en una especie de espejo de feria, una corriente de la psicología genuinamente norteamericana, amenaza con servir de cobertura al despliegue del capitalismo neoliberal: la psicología positiva. En un libro titulado Sonríe o muere se ponen bien de manifiesto las falacias de las nuevas tecnologías del yo promocionadas por los gurús de la inteligencia emocional (B. Ehrenreich, 2011).
En el año 2007 más de doscientos centros universitarios y de postgrado en EE. UU. ofrecían cursos de psicología positiva. El psicólogo científico pasaba a ser un pastor de las emociones, un gestor del control mental, un entrenador capaz de reconducir a los sujetos a la maximización de su yo, como si se tratase de retornar al narcisismo más primario. ¡Todo está en la mente! ¡Lo importante no es lo que acontece, sino cómo tú lo vives! Tanto los viejos códigos religiosos fraguados en moldes calvinistas, como las predicaciones que tienen lugar en las nuevas megaiglesias, como los pretendidos estudios científicos integrados en el paradigma de la inteligencia emocional o de la psicología positiva apelan a la centralidad del mundo interior, a la necesidad de explorar los abismos del yo para poder entender las claves del universo. En el interior de los cantos de sirena de todas estas ensoñaciones individualistas, narcisistas, se encuentra una negación radical de las relaciones sociales y de las relaciones de poder. La pobreza, la violencia institucional, la explotación laboral, el paro, el trabajo precario, la dominación masculina se desdibujan en nombre de una especie de omnipotencia del yo que convierte en obsoletas las alternativas sociopolíticas. Cada uno tiene lo que se merece. El psicologismo radical es funcional al capitalismo neoliberal. Sin embardo esta sustitución del mundo social por el imperio de las emociones niega las evidencias, niega que no existe el yo al margen del nosotros, ni el nosotros al margen de una moral social sobre la que se basa la lucha por la justicia".Fdo. Álvarez Uría, Sociología y literatura, Morata, 2020, p. 234-235.
El diario de clase es un recurso para la investigación en el aula, para una reflexión crítica sobre la práctica docente. No se trata de un monólogo redentor o culpabilizador, sino de un programa de investigación-acción que busca el diálogo y la crítica de alumnado, padres y compañeros. Es también una manera de abrir la escuela, el aula y el trabajo del docente a la mirada de la sociedad.
domingo, 27 de junio de 2021
Sobre el pensamiento positivo obligatorio
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