miércoles, 2 de noviembre de 2011

Altas o bajas capacidades

Desde la Consejería de Educación de Andalucía se está impulsanodo un Programa de detección de altas capacidades entre el alumnado. Según me contaba un compañero, Frank, en algunos Centros se puso en funcionamiento un programa piloto, pero con diferencias importantes respecto al actual. Una de ellas, y creo que importante, es que se pedía autorización a los padres y al alumnado a la hora de hacer las pruebas o iniciar el diagnóstico. En la actualidad, en muchos Centros, se está pidiendo a los padres y a los tutores del alumnado información inicial a partir de la cual detectar los casos de altas capacidades, iniciando entonces una serie de pruebas o tests con los que medir estas capacidades, y sus niveles, entre el alumnado.
Ha habido quejas de los orientadores por la imprevisión y premura de este Programa, así como de los tutores, que deben dar información sobre alumnos y alumnas que todavía apensa conocen.
Pero este programa parece ser un empeño personal del nuevo Consejero, a la vez que constituye una de las prioridades de la inspección educativa andaluza durante este curso.
En la presentación que hizo de este Programa el Consejero de Educación se reflejaba el nuevo lenguaje de gestión empresarial aplicado a la enseñanza pública que comparten los dos partidos mayoritarios: "Un alumnado diverso requiere, inevitablemente, respuestas educativas diferenciadas que permitan el máximo desarrollo del potencial de aprendizaje que cada una y cada uno presenten y que posibiliten la universalización del éxito escolar". En ocasiones nos parece un bonito "brindis al sol" el proponer esa "atención personalizada" a las familias-clientes, cuando la escuela pública no dispone en la actualidad los medios ni los recursos para hacerlo en condiciones. Ni siquiera hemos cumplido con objetivos básicos como conseguir una escuela integradora, laica, científica y coeducativa (aunque desde la administración educativa parecen darse por logrados desde hace tiempo). Se generan así expectativas, como la escuela bilingüe y TIC, que al no poder cumplir sus ambiciosos objetivos acaban achacando su fracaso a la escasa participación o preparación del profesorado, a la falta de una "cultura del esfuerzo" en el alumnado o a la ausencia de interés de las familias en la educación de sus hijos.
Asimismo, el Consejero defiende "el espíritu de participación y de pluralidad, desde el cual se ha dado cabida a todas las voces que tenían algo que aportar en beneficio de una respuesta educativa óptima a este alumnado", aunque luego parece que esas voces no abarcan a amplios sectores de la comunidad educativa (en los que no ha habido información ni debate previos), sino que se limitan a campos "expertos" o entidades que representan al colectivo de altas capacidades a nivel andaluz.
En el último Claustro de mi Centro intervine preocupado para solicitar al Equipo Directivo y al Departamento de Orientación que informaran sobre la aplicación de este programa en nuestro Centro (en los niveles de 1º y 2º de ESO) y señalando mi preocupación por el peligro de crear expectativas en padres y alumnado que podían condicionar el aprendizaje de estos últimos. Mi hija pequeña me preguntaba hace unas semanas sobre estas pruebas, y reflejaba cierta preocupación por los posibles resultados. Me imagino que igual le sucederá a otros niños y a algunos padres. Si no se insiste en la voluntariedad de estas pruebas, así como en el carácter múltiple y evolutivo de las capacidades y "talentos" del alumnado, que precisamente la escuela debe favorecer, se puede hacer más daño que beneficio.
Un compañero, Frank, me señalaba que cuando era estudiante se negó a hacer unas pruebas de orientación escolar para determinar sus posibles "vocaciones" futuras como estudiante. Él quería estudiar Biología y no quería que una prueba discutible y en edad todavía temprana le condicionara su aspiración. Debería respetarse la opinión del alumnado en su deseo de someterse o no a estas pruebas, a ser "evaluado", o no, en sus capacidades.
El propio programa de la Consejería reconoce que "no hay un consenso entre la comunidad científica sobre la definición de altas capacidades intelectuales, existiendo diferentes teorías, concepciones y modelos, siendo muchas de ellas de carácter descriptivo".
Creo que debería tenerse cierta prudencia a la hora de aplicar estos programas, sobre todo cuando parecen enfocados no tanto al desarrollo del alumnado sino a la consecución de su éxito escolar; y cuando son implantados sin debate ni información previa tanto al profesorado como al alumnado y sus familias, sino a golpe de decisión administrativa .

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