Es interesante el artículo
Falta de educación,.de Concha Caballero en
El País, en el que, en torno al debate sobre el horario lectivo del profesorado, señala que el horario lectivo del profesorado español es de los mayores de la UE y la OCDE, pero se oculta. Y añade:
No existe casi ninguna profesión que se lleve la mitad del trabajo a
casa. Cuando se cierra el taller, la oficina, la obra o el comercio, los
trabajadores no se llevan los materiales para continuar su trabajo en
las horas de descanso. No hay ningún oficio en el que el estudio y la
preparación del material no se computen como tiempo trabajado o que ni
siquiera el tiempo del bocadillo cuente como horario laboral. Si se
aplica esta fórmula, los futbolistas solo trabajan los 90 minutos del
partido y los redactores el tiempo justo que están ante las cámaras. No
hay ningún oficio en el que no cuenten para nada los traslados, ni las
horas extraordinarias dedicadas a actividades o acompañamiento de
alumnos. No hay una sola profesión que no ofrezca los instrumentos de
trabajo gratis excepto en la enseñanza, desde el boli rojo, al bloc de
notas, el ordenador portátil o el pendrive sempiterno que nos acompaña como una cruz laica.
Desde otra perspectiva, en relación con la revisión de los tiempos del profesorado en la crisis actual, el sociólogo Mariano Fernández Enguita, en su
Cuaderno de campo, ha señalado lo siguiente:
Las actuales medidas de los gobiernos autónomos conservadores en este terreno pueden considerarse malas en sí mismas, pues, rebus sic stantiubus,
debilitan el trabajo preparatorio del profesor. No es menos cierto, sin
embargo, que están dentro de la legalidad y que los horarios lectivos
se habían venido reduciendo de hecho sin ninguna contrapartida asegurada
por parte del profesorado, es decir, permitiendo a unos hacer mejor su
trabajo y a otros trabajar menos. Quizá quepa aprovechar el momento
(nunca dejes escapar una buena crisis) para discutir a fondo las
condiciones de trabajo y el compromiso profesional de los docentes.
Y sugiere algunas ideas:
Pero sí creo que debería reducirse la presencia en el aula al paso de la
edad del profesor, salvo que no lo desee y pueda mantenerla; que los
profesores más concienzudos e innovadores en la preparación de su
trabajo deberían ser incentivados con mas tiempo para prepararlo (con la
condición de compartir sus resultados) y que el trabajo con grupos o en
centros más difíciles debería ser apoyado con una distribución del
tiempo con menos presencia en aula y más horas de preparación (esto
podría organizarse con carácter general, lo que sin duda daría lugar a
perversiones sindicales, desde arriba, lo que podría provocar
arbitrariedades, o desde abajo, como una subasta: si 3º de la ESO es más
difícil para los profesores que 4º, quien quiera 4º debe ofrecer más
horas propias de trabajo presencial, pongamos que un 10% más vigilando
el recreo, para hacerse con él y quien se quede con 3º se beneficiará de
la rebaja correspondiente). Pero, insisto, no sé cuál ha de ser en cada
caso el balance adecuado entre horas en el aula y resto. Si sé, por
supuesto, que una clase será mejor cuanto más tiempo se dedique a
prepararla... suponiendo que efectivamente se haga.
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