martes, 14 de febrero de 2012

Educar con las nuevas tecnologías

El número de diciembre de Cuadernos de Pedagogía (nº 148) estuvo dedicado a las TIC y a la innovación educativa. Y contiene algunas interesante reflexiones para el debate sobre el papel de las nuevas tecnologías en la renovación  pedagógica. En el artículo de Juana Mª Sancho se señala que el devenir tecnológico no ha solido tener un rápido reflejo en las aulas debido a las ínfimas inversiones públicas y privadas destinadas a la investigación y al desarrollo educativo (tarea que suele dejarse al voluntarismo del profesorado):
"Revisando la historia de la tecnologia educativa, sólo algunos artículos, como la pizarra o los relacionados con los proyectos pedagógicos específicos (como, por ejemplo, Montessori o Freinet), han sido específicamente diseñados para satisfacer necesidades educativas. De ahí que la mayoría de los medios, más allá del libro de texto (cine, radio, televisión, vídeo, ordenador, etc.), se encuentren con serias dificultades para llegar a formar parte del entramado educativo de la escuela. Lo mismo parece ser cierto para la dimensión organizativa, que está en profunda deuda, primero con la religión, y más tarde con la industria: taylorismo, fordismo, toyotismo... Los sistemas educativos se sienten continuamente impelidos a introducir, adoptar, adaptar e integrar nuevos productos organizativos o artefactuales desarrollados en otros contextos y para otras finalidades...".
La integración de las nuevas tecnologías en el aula tropiezan -como señala Juana Mª Sancho- con los esquemas temporales de la enseñanza (con módulos de una hora o cincuenta minutos, en tareas consecutivas), con la organización del espacio (entornos constantes, número de alumnos, etc.), con las especificaciones y niveles de los currículos actuales (que dificultan los enfoques interdisciplinares y el aprendizaje basado en problemas), los sistemas de formación permanente del profesorado... El mundo digital y el mundo educativo parecen moverse en "universos paralelos" según esta profesora; lo que es cierto, aunque hecho en falta en su análisis un enfoque más crítico respecto a las líneas de desarrollo e inversión de esas nuevas tecnologías. No obstante, el artículo no deja de reconocer, de pasada, que ese mundo digital, de identidades móviles, rapidez, multitareas, y respuestas constantes y múltiples también puede conducir a la incomunicacion y al consumo superficial de información.
No se trata de entrar en el viejo debate entre "apocalípticos" e "integrados" respecto a las nuevas tecnologías, sino simplemente permanecer críticos respecto a los modos e intenciones de su aplicación en el aula desde las actuales políticas conservadoras. La educación debe romper su ya vieja burbuja frente a las transformaciones de su entorno social, pero no para amoldarla al cambiante y desigual modelo de mercado laboral, ni a las tecnologías diseñadas exclusivamente hacia la rentabilidad y eficacia productiva a la que aspiran nuestros modernos neoliberales.
Por otro lado, frente a la frecuente crítica del rechazo del profesorado ante las nuevas tecnologías, mi experiencia coincide con la autora de otro artículo de esta revista que comentamos, Jean Underwood, que señala que esta es una profesión, en general, "cauta, pero constructiva al mismo tiempo". El profesorado mantiene cierta cultura escolar, y sus rutinas, mientras observa que éstas funcionan, pero también busca nuevos recursos con los que fomentar el interés por el aprendizaje, única razón por la que el profesor presiente que el alumnado tolera su presencia y su actividad el aula.
Sobre las ventajas e incovenientes de la aplicación al aula de las nuevas tecnologías hay varios artículos interesantes en esta revista. Otro día continuaremos con ellos.

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