jueves, 23 de febrero de 2012

Propuestas de mejora. Aislamiento del docente. La docencia como tarea colectiva.

Hoy hemos entregado a Dirección las propuestas de mejora de cada departamento respecto a la primera evaluación. Estas propuestas serán revisadas por el Director en la siguiente evaluación, para observar su cumplimiento. Un compañero me decía en la sala de profesores que ya no se le ocurrían muchas más cosas con algunos grupos y algunos alumnos, que lo que con algunos funcionaba, con otros era un desastre, y son muchos los grupos que tenía... El problema de este procedimiento nuevo es que se presentan las propuestas de mejora como una tarea aislada del profesor o del departamento respecto a los grupos con bajos resultados académicos, cuando un buen enfoque debería ser más cooperativo e implicar, al menos, al Equipo Educativo y a la tutoría; y que el control de las propuestas se hiciera desde el propio Equipo, evitando hacer tan patente el papel fiscalizador de la Dirección ante un profesorado al que desde dentro y desde fuera parece ponerse cada vez más en cuestión la "eficacia" de su actividad. Un profesorado que así se siente más solo dentro del aula, pero que a la vez se encierra en una postura cada vez más defensiva ante lo que percibe como un cuestionamiento de su trabajo (lo que solo conduce a intentar disfrazar ante los demás lo que percibimos como nuestros posibles "fracasos" o inseguridades como docente, y no compartirlos para poder solucionarlos, lo que provoca más aislamiento).
 En relación con todo esto, os dejo una interesante reflexión:
"Por su parte, la actividad individual de los docentes sigue estando muy marcada por su aislamiento frente a los alumnos. A pesar del apoyo ministerial a la institución y de las exhortaciones a trabajar en equipo, la participación de los profesores en las actividades colectivas formalizadas sigue siendo globalmente modesta. Para ellos lo esencial se juega dentro de su clase, y se refiere al mantenimiento del orden escolar. Es además en ese ámbito donde se ven obligados a poner en práctica dispositivos pedagógicos que en gran medida se les escapan, como si se tratara del resultado de su propia actividad.
Al mismo tiempo, el aislamiento les condena a la incertidumbre respecto a su eficacia profesional, llevándolos así a conformarse con una situación que les protege de la mirada de los demás. Protección en gran medida ilusoria -no se puede escapar de la mirada de los alumnos- pero encierro real. Pues la falta de confrontación de experiencias y el no compartir las dificultades del trabajo de enseñanza limita el control intelectual que cada uno puede tener sobre su propia actividad, la posibilidad de modificar la manera de ejercerla y la posibilidad de relativizar, llegado el caso, las situaciones de crisis, de transformar el sufrimiento profesional en problema que es posible analizar y solucionar".
                         Jean-Pierre Terrail y Jeröme Deauvieau, "La revuelta de los docentes frente a las  desigualdades", Le Monde Diplomatique, septiembre 2003, p. 5.

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