viernes, 3 de febrero de 2012

Enseñar tiene nombres y apellidos

Cuando leemos el nombre de todos los alumnos y alumnas al comenzar la clase, deberíamos hacerlo no sólo cumpliendo la obligación de "pasar lista", sino para tomar conciencia de su presencia en el aula.
Algunas veces, cuando preparamos las clases, deberíamos mirar de vez en cuando las fotos y los datos de nuestro alumnado, no sólo el temario o la programación, pues a ellos dirigimos esa clase, esa actividad.
A pesar de tener muchos alumnos en secundaria y bachillerato deberíamos intentar aprender pronto sus nombres.
A muchos alumnos les oigo también que, después de varios meses, tampoco conocen todavía el nombre de sus profesores.
Los tutores son los que disponen, al menos en la E.S.O., de algún momento de trato no académico con su clase. Las actividades extraescolares son una buena ocasión para un acercamiento que rompa las rigideces académicas.

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