domingo, 31 de octubre de 2021

¿Qué aprendizajes básicos son necesarios en un mundo complejo y en cambio?: Leer, escribir y pensar.

 


    Jaume Martínez Bonafé, al que ya hemos mencionado en otras entradas de este blog, publicó hace poco un artículo titulado "Leer, escribir, pensar (para aprender a vivir)" que creo que resulta interesante en estos días en los que se publican y debaten los borradores de la nueva reforma educativa, donde proliferan las competencias y aprendizajes clave, y se debate sobre los cambios curriculares. En dicho artículo, se subraya la importancia de tres aprendizajes básicos (pero que, quizás por ello, quedan muchas veces descuidados) en la educación, también en la actualidad: leer, escribir y pensar. Seguramente son necesarias muchas más habilidades para desenvolverse en nuestra sociedad, pero no deberíamos descuidar estas tres, especialmente entre nuestro alumnado menos favorecido social y económicamente. A continuación os dejo algunos fragmentos:

    "Hace pocos días, el Capítulo Español del Club de Roma y la Institución Libre de Enseñanza (ILE) organizaron un Ciclo de Debates bajo el título: ¿Qué aprender en un mundo complejo y en cambio? Yo tuve el privilegio de participar en una sesión en la que se nos interpelaba con la pregunta ¿Con qué bagaje debe salir el ciudadano de nuestros días del sistema educativo? Mi respuesta, en un esforzado intento de síntesis, fue: habiendo aprendido a leer, aprendido a escribir y aprendido a pensar para poder aprender a vivir".

- Aprender a leer:  "Paulo Freire, del que este año se cumple el centenario, nos ayudó a entender que la lectura es un ejercicio de interpretación crítico y creativo, que esa interpretación nos facilita entender lo que pasa y lo que nos pasa, y que esa lectura del texto es inseparable de la lectura comprensiva y crítica del contexto". También -añade Martínez Bonafé- Michel Foucault nos enseñó a analizar esos discursos en relación con las prácticas institucionales que los fomentan o los silencian (por ejemplo desde determinadas representaciones de la realidad en los libros de texto, que no sólo intentan determinar la forma de nombrar la realidad, sino también de conformar nuestras prácticas).

- Aprender a escribir: "Escribir es un acto de compromiso y reivindicación que nos proyecta como sujetos, nos hace presentes y nos otorga voz propia. Escribir es dejar constancia de la voz que nace de la voluntad de ejercer la palabra, la voluntad de decirnos cosas, de escribir con voz propia, con lengua propia, con nombre propio. No me refiero, por tanto, a la escritura mecánica, estandarizada, no me refiero a la escritura de la copia y el dictado, la escritura del examen. No me refiero a esa escritura adormecedora. Escribir es aprender a elegir, a tomar la palabra como un momento y un espacio de creación y de libertad, en el que entran en tensión el conocimiento como regulación y el conocimiento como emancipación. Con la escritura sembramos la memoria, abrimos la reflexión, cultivamos el pensamiento".

- Aprender a pensar: "Si conseguimos con la lectura un ejercicio de interpretación crítico y la escritura nos compromete y proyecta frente al mundo, pensar nos involucra en una relación con los demás, nos pone frente al otro, nos provee de herramientas para tomar distancia, analizar, imaginar otro mundo posible y transformar el mundo en el que nos hemos ido haciendo, el mundo que nos ha ido haciendo, el mundo que nos ha conferido identidad impuesta. Pensar es poder decir nosotros y nosotras y hacerlo con autonomía frente al poder, sugiere Marina Garcés. Pensar es pensar juntos, no para pensar igual, pero sí para conocer opciones diferentes y tomar decisiones. Pensar nos proyecta en el espacio público a través de las palabras, del lenguaje. Hay una expresión que dice “detenerse a pensar”. En efecto, pensar requiere un tiempo reñido con la prisa, para poder tomar una distancia y a la vez un desplazamiento respecto a eso que normalmente damos por hecho". Podríamos añadir, en esta apartado, que pensar colectivamente nos permite poner también en común la palabra, la oralidad, la capacidad de escuchar, y así evitar ese sentimiento de inferioridad creciente entre las culturas populares (en las que crecen gran parte de nuestro alumnado) frente al discurso "culto" que domina en su aprendizaje de la lectura y la escritura. Un discurso "culto", académico, que es importante también mostrarles, pero no desde la veneración acrítica (la enseñanza de la historia de la filosofía como el análisis del pensamiento de los santos laicos de la cultura académica); y tampoco desde la descalificación genérica de los saberes populares a lo largo de la historia (mitos, tradiciones campesinas y populares), presentados siempre como acríticos o irracionales, "superados" en Occidente, desde la Modernidad, por el saber "objetivo" de la ciencia y la filosofía (como si estos saberes no siguieran haciendo sus aproximaciones y tentativas provisionales hacia esa objetividad, como si no se hubieran alimentado de esos saberes tradicionales).


Para una perspectiva crítica sobre el aprendizaje de competencias clave:

-Rosa Cañadell, "¿Qué son y a quién sirven las llamadas competencias básicas?" (6 julio 2021).

-Nico Hirtt (2009), "L'approche par compétences: une mystification pédagogique"

- Manifiesto "Por una educación al servicio de las personas, del saber y de la cultura" (abril 2021)


 Sobre el actual debate curricular, también es interesante el artículo de Martínez Bonafé titulado "Un debate sobre los contenidos del curriculum. ¿Qué saberes son socialmente necesarios?"

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