sábado, 15 de septiembre de 2012

La reforma del Ministro Wert

Las líneas generales de la reforma educativa que presentó a finales de junio el Ministerio de Educación (con numerosas críticas desde algunos sectores) están presentes en el borrador de anteproyecto, al que ha tenido acceso el diario El País: adelanto de itinerarios distintos hacia la FP o el bachillerato, “racionalización” del currículo o pruebas externas de reválida.

Respecto al profesorado, la secretaria de Estado de Educación, Montserrat Gomendio, adelantó el pasado martes que la ley se flexibilizará para poder “reordenar” los recursos humanos en la pública, es decir, los profesores funcionarios. El texto dice que el Gobierno establecerá las condiciones bajo las que, durante los cinco años siguientes a la entrada en vigor de la ley, las Administraciones, “por necesidades de servicio o funcionales, puedan asignar el desempeño de funciones en una etapa o, en su caso, enseñanzas asignadas a su cuerpo con carácter general, al personal funcionario”. Esto no solo significa posibles movimientos de docentes de un tipo de asignaturas a otras (la ley también contempla la idea de dar más peso a Lengua, Matemáticas y Ciencias en detrimento de otras materias), o entre primaria, secundaria, o FP. Además, abre la puerta a transferir, por ejemplo, a profesores de las escuelas oficiales de idiomas a los institutos.

Las comunidades también podrán “trasladar al personal funcionario a centros educativos distintos al de su destino”, y les podrán obligar a hacerlo, excepcionalmente, aunque ello implique cambiar de residencia: “El personal funcionario tendrá derecho a las indemnizaciones establecidas reglamentariamente para los traslados forzosos”.

Como señala F. Imbernón, catedrático de pedagogía de la Universidad de Barcelona, en un reciente artículo en El País,
Esta reforma responde a un modelo ideológico: recentralización, aceptar la educación diferenciada (para poder subvencionar a sus grupos de presión), eliminación de la educación de la ciudadanía y sustitución por una asignatura más afín a su ideología, la evaluación como medición, la desconfianza en el profesorado, una menor participación de los padres y madres, segregación temprana en la ESO, eliminación progresiva de la comprensividad, movilidad forzosa del profesorado (con lo que cuesta cohesionar un equipo docente)...

Este modelo defiende que el fracaso escolar se elimina con mano dura, considera la evaluación un instrumento de selección y no de mejora, quiere crear ciudadanos disciplinados que salgan bien en la foto PISA, persigue la empleabilidad y no se hace garante de una cultura y una educación para todos. Y todo ello se argumenta pero no se prueba, basta con pregonarlo.
Otra fuerte crítica a este proyecto de reforma es la del profesor Enrique Javier Díaz Gutiérrez, en su artículo "La contrarreforma neofranquista de Wert".

Animamos a toda la comunidad educativa a participar en este urgente debate, exponiendo sus argumentos a favor o en contra de esta nueva reforma. Un saludo.

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